divendres, 18 d’abril del 2014

Gabo

Es com li deien a Gabriel Garcia Marquez. L'avi el va conèixer.Desprès t'ho explico. El vaig llegir intensament a un poble on anava els diumenges a fer la paella, San Juan de Mozarrrifar i on ens banyàvem en un basa d'aigua rara. Llegia Cien años de soledad i em va semblar una meravella. Jo feia la mili a Saragossa Seguiré amb castellà perquè es el que demana el realisme màgic d'aquest escriptor que ha mort de càncer de pulmó, no sabent que havia guanyat un nobel. Para recordarlo añadire que vivio en BCN del 67 al 73.En la librieria del amigo Joan Martorell, El cocodrilo lloron, participaba alguna tarde en una mini tertulia literaria con Vargas Llosa y algun afortunado mas que no recuerdo. Una noche en un estreno en el cine Diagonal, llego  vestido con un tejano con peto. No le dejaron entrar. Fue la ultima vez que lo vi. Et transcric aqui un article del meu amic Jose Luis MUñoz que diu exactament el que voldria dir d'ell. Un escritor muere cuando ya no escribe. El hombre puede sobrevivirle unos cuantos años más. Pero ya no tiene alma. Es como el cazador de Dersu Uzala, que, cuando pierde la vista y debe vivir fuera de la taiga, en la civilización, sin poder cazar, lentamente muere.
Gabo se nos ha muerto, porque todos los que amamos su literatura nos sentimos en un día como hoy especialmente huérfanos, poco a poco. El Alzheimer devoró su cerebro hasta el punto de no saber que había escrito Cien años de soledad, una de las cumbres literarias del pasado siglo, ni de que había sido galardonado con el premio Nobel.
De su último destello de lucidez salió un libro llamado Historia de mis putas tristes, pero antes, durante muchos años, nos había ido dejando un buen número de obras maestras—El coronel no tiene quien le escribaCrónica de una muerte anunciadaLos funerales de la mamá grande,El otoño del patriarcaEl general en su laberinto—en las que acuñó el término de realismo mágico que no es otra cosa que el realismo inherente a esos territorios prodigiosos y desmesurados, en sus bondades y en sus bajezas, de América Latina que tan magistralmente reflejaba en su obra. En sus novelas había terratenientes desmesurados, coroneles golpistas, putas cariñosas, mujeres abnegadas en el cuidado de sus maridos, asesinos y víctimas que no podían escapar a su destino escrito.
Gabo confesaba que escribía muy lento, y que sufría con cada página que creaba con dolor para que otros obtuvieran placer de su esfuerzo. Y sus lectores, leyéndolas, le oían casi susurrar al oído esas historias fantásticas y trágicas, nacidas de la tragedia griega con aroma de trópico. Tallaba con minuciosidad de orfebre cada página que escribía. Por ello cultivaba la frase larga, encadenada a otras muchas, ornada con una adjetivación profusa que se hacía musical al oído, y mantenía, sin altibajos, a través de las páginas de sus novelas esa tensión narrativa que arrancaba de su primera frase y moría en la última palabra. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Tras diez años de silencio, Gabo se ha reunido con sus fantasmas, sin despedirse de ese amigo que perdió en una trifulca, del que se distanció en lo ideológico y en los personal, para desgracia de ambos.
La vida de Gabriel García Márquez se fue apagando en silencio en su casa de México, entre el cariño de los suyos, con 87 años cumplidos hace muy poco, la edad de los patriarcas de sus espléndidas novelas que lo hacen eterno. Nosaltres a casa a la biblioteca trobaras uns 10 llibres d'ell, contes curts molts com La hojarasca, i tambe mitja dotzena de pelicules. Que el disfruteu!!!!

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