dimarts, 22 d’agost del 2017

vall de bohi

Las tallas románicas del Valle de Boí, que se guardan parte en el Museo de Arte de Cataluña, en Montjuïc, y parte en el Museo de Vic, […] son una singularidad en Europa dado que sus autores se adelantaron a la más vieja imaginería portátil de los tiempos románicos. Y acaso por ello ya en aquel entonces (primera mitad del siglo XII) fueron admiradas: como hoy lo son por los historiadores del arte de todo el mundo culto. […] En el año 1908, recién fundado el Institut d’Estudis Catalans , y apenas en funciones, se decidió el envío de una misión encargada de señalar en el mapa lingüístico de Cataluña -que se empezaba entonces- el perfil de la extensión del idioma en su contacto con la parte de habla castellana de la región aragonesa. Se agregaron a los filólogos algunos miembros de las otras secciones de Historia, Derecho y Arqueología, y formaron la delegación de los arqueólogos el ilustre historiador de la arquitectura románica y arquitecto José Puig y Cadafalch, con su ayudante, colaborador y discípulo, el arquitecto José Goday y mosén Gudiol, el eminente historiador del arte catalán, fundador y director del Museo Episcopal de Vic. […] La “Missió” de l’Institut visitó el Valle de Boí, centro de actividades artísticas en los tiempos románicos. Limítrofe de Aragón, feudo del Condado de Pallars, era una parte viva de la Cataluña condal, muy activa en los días azarosos de la Reconquista y en los tiempos que en la corte de Ramiro el Monje se forjó la unión de la Casa Condal de Barcelona a la Casa Real de Aragón. Taüll, Boí, Durro y Erill la Vall fueron, al parecer, los pueblos visitados por la “Missió”; pueblos momificados donde se vivía como en el siglo XII, pero afeados por la muerte de su pasado vivo y tristes como las momias, porque vivían sin la gracia confortable de las cosas bellas que en su origen adornaron sus templos: los grandes frescos de Taüll y de Boí maltrechos, cubiertos por la blanca mortaja de la encalada y las imágenes de talla echadas al leñar. Y los sabios del Institut se apearon de sus caballerías, vieron los templos y después de registrarlos y descubrir los frescos y tomar planos y medidas y hacer sus notas, en los bajos del campanario de Erill y en el trasaltar de Santa María de Taüll sus ojos atónitos descubrieron el espectáculo de unas raras esculturas. […] Y los sabios, atentos, las fotografiaron y tomaron sus medidas y otras notas, y las dejaron allí... y allí se quedaron. Porque los “sabios” estiman que “las cosas deben conservarse en el lugar para el cual se hicieron” 

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